martes, marzo 17, 2009

Noruegos, invernan en base Troll

Noruegos aprenden a sobrellevar inacabable invierno en Antártida
Publicado en Univision.com
AP - 16 de Marzo de 2009, 01:15pm ET


...Desde los días de los trineos tirados por perros hasta las motonieves y los teléfonos vía satélite de hoy, soportar el largo invierno de la Antártida, donde el sol desaparece en mayo y regresa recién en octubre, ha sido siempre una empresa mayúscula.
Las tiendas y frazadas de piel de la heroica gesta de Cook han dado paso a viviendas prefabricadas, con calefacción central y estantes repletos de DVDs que ayudan a pasar el tiempo. Pero en este continente de hielo, los viejos peligros siguen presentes: en las aguas heladas, en las profundas grietas en el hielo, incluso en las lesiones que más al norte son consideradas de rutina.
Cuando uno de los ocupantes de la base sufrió una fractura múltiple en una pierna, a sus compañeros les tomó dos semanas despejar la pista para que un avión pudiera evacuarlo.
"Le salvamos la pierna por poco", dijo Jan Gunnar Winther, director del Instituto Polar Noruego, que opera la base.
Los noruegos son nuevos en esta empresa. Si bien la base fue construida hace 20 años, recién en el 2005 la expandieron, la prepararon para soportar los inviernos e instalaron generadores potentes, que pueden funcionar todo el año. El generador calienta el complejo.
Los seis edificios del complejo están ubicados en un área ventajosa, en un valle entre los montes Gjelsvik, de 2.300 metros (7.000 pies) de altura, a 235 kilómetros (150 millas) del Atlántico Sur y 4.800 kilómetros (3.000 millas) al sudoeste de Sudáfrica. No se producen allí tormentas de nieve demasiado intensas y las temperaturas rara vez llegan a los 50 grados celsius bajo cero (menos 60 Farenheit), como ocurre más adentro.
¿Por qué es necesario ocupar la base todo el año? Nacionalismo, para empezar. El reclamo noruego de una parte de la Antártida gana peso si hay ocupantes los 12 meses del año. Esos reclamos fueron congelados por el Tratado de la Antártida de 1959, pero siguen allí.
El instituto también espera poder "realizar más iniciativas científicas", indicó John Guldahl, quien supervisó la expansión de la base. El personal de invierno dispone de equipo para observar la contaminación atmosférica y otros fenómenos. Además, hay incentivos económicos: Los picos blancos alrededor de la base, donde se han instalado antenas para los satélites que recorren la órbita polar.
Troll cuenta con dos docenas de personas durante el verano y con media docena en invierno: un científico, un mecánico, un electricista, un plomero, un médico y un cocinero. El contingente es minúsculo comparado con los que envían otros países. Estados Unidos, por ejemplo, tiene 153 personas en la base de McMurdo Sound durante todo el invierno.
Quienes permanecen durante el invierno, de marzo a noviembre, no lo hacen por dinero precisamente, ya que ganan bastante poco.
Djupdal, quien tiene 31 años y un doctorado en ingeniaría de computadoras, será el líder de grupo que pasará el invierno. Dijo que le atrajo la idea de venir aquí luego de completar los estudios para su doctorado. "Las regiones polares siempre me fascinaron, desde que leí los libros de los exploradores noruegos Amundsen y Nansen cuando era niño".
Cuando se le preguntó lo mismo, poco después de que despegó el avión que se llevaba el último grupo de personas que estuvieron en la base durante el verano, la cocinera Britt Simones, de 47 años, respondió: "La verdad, no lo sé".
Luego comentó que su trabajo en la cocina de un asilo de ancianos le generaba muchas tensiones y que cuando vio un aviso en un diario dominical ofreciendo trabajo en Troll, su hijo adolescente y su esposo le dijeron que lo tomase.
Los colores que ve por la ventana de la base la emocionan. "Azul, púrpura, gris, un poco de amarillo...", expresa admirada. Le encanta pintar y no ve la hora de sacar sus óleos y comenzar a captar los rayos del sol horizontales y los colores del invierno en el sur del mundo.
"Cuando el sol está tan bajo, hay luces rojas en las montañas y azul en los glaciares", expresó Trond Lovdal, de 38 años y quien pasó el invierno en la base hace dos años. "Uno puede hacer caminatas, esquiar... Pasar el año aquí es algo muy especial".
Cuando el sol finalmente se va hacia el norte, se instala la oscuridad y el mercurio baja a menos 30 o menos 40 grados, dijo Simone, "¡a una le queda la bañera!".
"Lo único que necesita uno es una buena gorra", bromeó Guldahl.

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